domingo, 26 de enero de 2014

A day later...


How has your Sunday been? Mine was great, went to Lupulo to drink this and watch 2 hobos harass people in Colon plaza. Anyway here's the other half of the end, still in Spanish, sorry:










Una Mañana Comun y Corriente (prologo, cont. )



Logra colar un café y calentar una pizzita de microonda para eliminar el hangover con un fuerte entrenado asalto de grasa mientras maniobra asearse. Se viste otro par limpio de mahones oscuros y unas tenis atléticas propias suyas. Se perfuma y se pone una camisilla, y al entrar otra vez al baño para lavarse los dientes escucha algún vehiculo veloz bien cerca que le llama la atención por unos segundos pero luego caso omiso preparándose para salir. Se pone una cómoda camisa negra de manga larga por el frio que hace en esas oficinas de data combinado con un pequeño snowcap del mismo color para tapar su recorte extravagante. Rebusca lo que necesita, celular, billetera, llaves, el iPod, los headphones están en el carro, tienen que estarlo, ahí dejo el bulto, y no encuentra el bulto en ninguna parte. Se pone sus flacas gafas redondas oscuras, y convenientemente se va la luz justo antes de que apagara. Como costumbre se escucha a Daniel abajo maldiciendo y un transformador mas a los lejos explotando, pero ya ese no es el problema de Clinton bajando las escaleras entrando a su Yaris negro de segunda mano. Encuentra el bulto en los asientos de atrás, pero le llama la atención la presencia de su Bisento encima y no guardado como se supone. Lentamente registra la hoja del machete imaginando lo peor que pudo haber hecho anoche en la hiendetta y porque esa lanza Japonesa no esta escondida debajo del asiento. Se quita las gafas para estar seguro, y no hay sangre solo hasta que el da toque. El sol resplandece en la hoja del machete, al parecer no esta malgastada por algún uso inapropiado, de lo contrario, la encuentra reluciente y amolada, como nueva. Clinton suspira alivio, concluye que solo se puso afilarla en la borrachera y después no la guardo. Se lame el minúsculo tajo en el dedo corazón derecho y enciende el carro para al fin ir saliendo. Los Testigos no se ven en el tramo, solo uno que otro vecino anciano fuera de su casa quejoso porque se fue la luz en la calle y con el tremendo calor que hace. Arribando al porton de entrada Clinton alcanza la guagua de los Ravers ahí detenida. Abierta pero en inusual silencio, bien decorada con un retrato fantasmagórico del plesiosaurio acechando de frente al que mire, encuentra al vecino del tercer redondel Rufo y este panita suyo bien Taino que hasta asi solo lo identifican, el resto del grupo ausente pero ya todo el mundo los conoce en la calle. Llevan aspecto de que iban arrancar a la playa en sandalias y traje de baño, Rufo con una camisa azul apretada para surfing que combina con su fino recorte amarillo tintado y la chivita oscura, el Taino ni lleva camisa puesta y solo están ahí parados mirando el porton cerrado apretándose los brazos bien nerviosos. Clinton ni les dirige la palabra, se percata que ya Rufo hasta tiene un perico sintético encendido, luego divisa el brazo mecánico en el suelo que al parecer alguien lo revento chocando. Usa su llave de entrada peatonal y con una pequeña herramienta en el llavero logra zafar una tuerca para abrir el porton.
“Ho-holy shit, thanx Mr. President!” – Rufo se expresa fascinado y agradecido con esa accion.
“Move it, dipshits! I’m late for work!” – Clinton en cambio los recrimina y se montan otra vez en sus carros. El alcanza una mirada hacia la van blanca al fondo y otra conglomeración de los Testigos que se acerca pero lo ignora. Los Ravers cumplen y salen corriendo primero por la Alejandrino, lo ultimo que los ojos de Clinton encuentran doblando lentamente para salir por la Washington es un guaraguao trepado en un arbol del solar frente la calle. Lo tuvo bien de frente con la mirada de halcón directa, como si llevaba un rato registrándolo a el y a los Ravers mientras estaban ahí encerrados. Clinton brinda unos segundos para admirarlo y lanzarle un suspiro de sonrisa, luego regresa a la semana a toda maquina.

Daniel fastidiado con el calor se refugia en el inodoro del baño en su cuarto con la laptop. Dos pestañas en el browser, una para noticias locales, otra un grupo en red social que se especializa en literatura erótica de diversos temas especiales, payasos en el caso suyo. Con su creatividad agotada y algo de molesto considerando las consecuencias de sus muy recientes acciones, decide distraerse con las noticias esperando si los Testigos consiguieron las autoridades. Le llama la atención unos detalles sobre una noche caótica en Juana Diaz durante el fin de semana. Aparentemente hubo otra fiesta clandestina dentro de una hacienda, esta se torno extremadamente violenta cuando unos ‘ravers’ bajo la influencia de unas sustancias controladas severamente atrofiantes a la realidad alcanzaron la vivienda de las manos de obra en la finca. Según el informe, primero intentaron hurtar sus four tracks y otros vehículos, tan pronto fueron descubiertos atacaron brutalmente la mano de obra desarmándolos de sus escopetas, al igual que hurtando unas adicionales armas de fuego que guardaban en la residencia. Ejecutan a tres, violan la hija mayor antes de su propia ejecución separada por ahí en los mogotes a cierta distancia del incidente, y sobreviven solo la matriarca y un nieto del hacendado que se estuvo quedando con ellos. Se comenta que los padres de ese niño lo alojaron a la mano de obra con intenciones de que aprendiera el valor de la responsabilidad y desarrollar empatia pueblerina. Ahora los presentan en fuerte lucha de palabras, la madre llorosa, el padre furioso escondiendo su hijo de las cameras y reclamando su mujer una separación que esta por venir, porque el fue el unico que aviso que fue una idea mas pésima. Un representante de las autoridades federales investigando los narcóticos que se consumieron en la escena tambien tuvo un percance al haber libremente comentado “¡Yo no he visto un crical asi desde Rubyridge!”
Le suena el celular a Daniel detrás suyo en la parte superior del inodoro y el lo alcanza, el hecho de que no es la policía solo le es otro agravante pensando que va a ser una larga espera, pero ahora es Lorenzo el que esta llamando. “Enzo dime. ¿Cómo tu estas?” – se compone para saludarlo sin inconveniencia.
“¿Daniel? Si buenos dias Daniel, que bueno que te consigo en el primer intento. ¿Estas bien? ¿Todo esta tranquilo donde tu estas?”
“¡Si! ¡Si, bien tranquilo ahora! Yo voy a estar aquí tranquilito…”
“El hijo tuyo esta aquí…”
“¿Cómo fue?”
“Danito esta aquí, el dijo que este fue el primer sitio que se le ocurrió llegar, parece que tuvo que salir corriendo de su colegio.”
“¿¡Pero que carajo el hace ahí metido cortando clases!? ¡Sácalo de ahí y llama la mai suya!”
“Si, Daniel, yo tambien me moleste cuando lo vi. Se me ocurrió que iba a formar otra tertulia con los muchachos pero tan pronto salí a preguntarle me percate que el estaba bastante asustado. Yo de verdad pienso que el no esta cortando clases, yo pienso que algo ocurrió en ese colegio.”
“…ah diablo tu no me digas eso.” – en el acto le entra una renovada alarma y se va levantando para seguir la conversación en el cuarto buscando encender el televisor para mas noticias locales. “¿Este…que fue, alguien entro con una metralleta? ¿El esta bien, no le paso nada?”
“No, no, salio ileso, el se encuentra bien. Esta en la cafetería bien tranquilo. Lo que nos conto fue que se formo serio revuelo y que fue mas de una persona. No pudo explicarlo bien, un motín fue yo creo, dijo que hubo sangre por todas partes y que no lo mordieron, como si fuese bien importante eso, que no lo mordieron…”
“Ay vete pa’l carajo… ¿No ha parado la policía por ahí ni nada?”
“¡No! ¡Por supuesto que no! Tu sabes que aquí nadie tiene razón para llamar a la policía…pero, yo creo, que si te es posible deberías pasar por aca para hablar con el. ¿Sino pues, quieres que llame a tu esposa?” – en ese momento entra Emanuel a la oficina de Lorenzo con los brazos cruzados y tranquila urgencia. Ambos solidos marineros, uniformados en blanco, filipinos, pero de uno de los cruceros en la bahia de Puerta De Tierra de donde están llamando, no militares.
“¡Mira no olvídate de eso yo voy alla! ¡Que no salga de ahí, hablamos horita!”
“Si, si, te espero…” – concluyen la llamada y Lorenzo atiende a Emanuel. “¿Qué paso?”
“¿Tu…de casualidad te acuerdas del brote ese de…malaria…en Isla de Principe?” – le pregunta escondido, casi como jugeton, pero en el tono de verdad se expresa agravado.
“¡¿Ay coño Manny ya contesto el comodoro?! ¿¡Por que no me lo dijiste bien rápido en vez de esperar a que enganchara!? ¡Ahora tengo que cerrar la estación y tengo el hijo del licenciado aquí metido!...”
“Pues si eso es lo único que tienes que hacer, no nos dieron mas instrucciones, aquí a nosotros por lo menos…” – Lorenzo se aterra al escuchar eso acordándose de una experiencia similar. “Voy a ir cerrando ahora asi que te vine a pedir las llaves. ¿Me puedes también dar por favor las otras llaves del almacen con la mercancía? Yo de verdad creo que esto va para largo…”  


(continuara...)

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