Una Mañana Comun y Corriente en el Apocalipsis
Las mañanas vienen y van para Kuka y Agapito ahí metidos en la quebrada
de Las Lomas. Ambos se sienten pésimos subiendo el fango para tocar en concreto
saliendo por detrás de una iglesia protestante y un negocio para alquiler de
camiones de construcción. Llegando a la intersección por la salida del Ultimo
Chance, lo que mas fastidia a Agapito es el hecho de que ya la nota se le
desapareció en el amanecer, ahora queda la cruda fría realidad que lo deja con
hambre y no tiene ni un peso encima. Eso se debe resolver con los tapones de la
mañana, ellos son los adictos de la comunidad, ahora ponchan para pedir en la
luz y ganarse sus contribuciones al narcotráfico, y si es posible tambien
comprar algo de comer. El toma la luz frente a la iglesia y ella frente al
Chance, el malestar de Kuka es que a pesar de hacer buena ganancia a estas
horas temprano tambien tiene que enfrentar las peores miradas y rechazos del
dia por parte de todos los Guaynabitos y locos que tengan la inconveniencia de
encontrarse con ella en el camino. Las mujeres son las peores, aunque una buena
mitad que contribuye son otras feminas que le cogen pena como se supone, la
otra mas de la mitad le sacan el dedo malo sino van actuar como si ella no existiera.
Luego están los geriátricos, Kuka tiene exclusivamente reservada todos los
fuertes gritos de “¡Que no, coño! ¡Yo trabajo!” – porque ninguno tiene las
agallas de salirle asi a Agapito. El peor de sus casos es que el no existe, se
da hasta el lujo de echar una bendita porcion de chavitos sueltos que un
idealista le proveyó justo en su cara porque no lo escucho que la cantidad que
aceptaba eran cinco dólares. El escándalo de bocinas luego de ese intervalo lo
dejan malhumorado, justo a tiempo para no existir en la próxima luz roja
delante de un Guaynabito cano bien joven, en su propio mundo con el aire
acondicionado prendido en el Acura escuchando Dead of Night por Depeche Mode a
todo volumen pelando una china y saboreándola frente al tecato con una sonrisa
burlona. Sale la luz verde y ese mundo de Montehiedra hacia Santurce se le
escapa bien rápido a Agapito esperando la próxima roja, pero tan pronto diviso
esa van blanca bajando se le termina el turno mañanero. Desde la iglesia el se
queda pendiente al vehiculo bajar por la carretera a una demente velocidad que
el nunca pensó posible ver en esa via, dobla de manera salvaje por la
intersección al Chance causando un par de accidentes tomando los otros
conductores cruzando desprevenidos, y finalmente aplastando tambien a Kuka en
el camino. Viendo el cuerpo de ella bien frágil rebotar y reventarse como dos
veces contra la brea por el arraso de ese maquinon blanco es algo que lo deja
estupido de por vida gritando. Se da la carrera volando hacia ella mientras otros
samaritanos intentan asesorar los accidentes del cruce y unos que lo siguen
tratando de conseguir emergencia en sus celulares, los primeros en la escena
donde termino Kuka ni aguantan, vomitan el desayuno y desvían su vista aunque
queden determinados para ayudar. La van al parecer impacto una defensa de metal
y estaba detenida por el momento. El motor sonaba y las gomas chillaban para el
conductor poder zafarse, Agapito siguió con su prisa para detenerlo llorando en
rabieta. Todo este tiempo que ellos se pasaron refugiados en esa quebrada y a
Kuka le pasa este arrebato impensable para los adictos del pueblo.
“¿¡Tu no
tienes madre!? ¿¡Tu no tienes madre canto de cabron!?” – es lo que a el se le
ocurre decir aunque le sale incoherente con el frenillo y tampoco se percata de
figuras saliendo por las compuertas traseras de carga del vehiculo corriendo
hacia el. Le cortan el paso agarrándolo en un forcejeo escandaloso y los
samaritanos en la escena observan algo fuera de lo normal por como lo callan a
brutales mordidas. Se quedan bien pendientes de como por todos los propósitos
devoran a Agapito, entre toda la sangre les brilla una piel verde como gallina
de palo. Entre ellos un joven gordo con aspecto y tatuajes de delincuente
urbano, de camino a San Patricio Plaza, mas curioso que samaritano lo comienza a
grabar todo en su smartphone. Enfoca a la van luego que al fin se zafo de la
defensa con el conductor mas tranquilo sacando solo el brazo para despedirse
con gracia y seguir su trayectoria. Se suelta otra figura verde que le cuesta
trabajo levantarse con prisa solo para caerle encima al curioso que tuvo mas
cerca mientras un par los que devoraron a Agapito se levantan en un acecho. El
gordo y otros cuantos no quieren brincar a conclusiones pero entienden que lo
mejor que hacen es regresar a sus vehículos y salir de esa intersección lo mas
rápido posible. Logra escapar con el dubstep que se quedo puesto en sus ultra
heavy bocinas del carro con leve pánico y maravillado molestando a los
conductores por otras carreteras desapercibidos por lo que acaba de suceder.
“¡Maldita
sean esas bocinas! ¿¡Esos cafre pueden hasta entender lo que están escuchando
con esa mierda a todo volumen?!” – se queja un camionero uniformado de camino a
Bayamón en una flatbed de la Ferretería Figueroa cargando unas losetas.
“Por lo
menos no es esa jodia bachata Dominicana…” – comenta su pasajero terminando su
cafecito, preparado para el conteo de inventario de este verano.
Mientras
tanto en la calle Bilbao aun en Guaynabo City los Testigos De Jehová comienzan
sus labores misioneras luego de unas arduas sesiones en la corte para derrocar
la prohibición de su entrada en comunidades de acceso controlado. Un residente
consternado del segundo redondel en esta calle, el dueño enano de la casa de dos
pisos donde Clinton le paga el alquiler, se dio la tarea de abrirle la puerta a
aquella misionera jovencita Haitiana desnudo. El grito de esa señora fue lo que
despertó a Clinton de manera fatal por la borrachera que lo destrozo la noche
anterior. Su propia baba en el mattres desecho casi lo ahoga al haber dormido
en su barriga con una botella de Samuel Smith en buen agarre colgando en el
brazo izquierdo por razones insólitas. Se recompone sentado a oscuras con un
dolor de cabeza bien fuerte sintiendo tambien calor y con unos zapatos que no
son suyos puestos. El puede escuchar a Daniel, el dueño de la propiedad,
riéndose en el piso de abajo y gritando algo cerrando la puerta bien duro
mientras se va desarrollando otro escándalo, pero hace todo lo posible por
ignorarlo encendiendo su aire acondicionado y buscando cuanta colcha pueda para
taparse y seguir durmiendo. Tan pronto se acuerda que esos zapatos no son suyos
al quitárselos y se libra del agarre de la botella, el celular suyo pega a
sonar bien fuerte. El no quiere contestar, seriamente considera jamás contestar en esta mañana, pero logra
alcanzarlo con sus piernas ahora relinchando un dolor en el talón derecho. Se
sorprende al ver que lo están llamando de la oficina de encuestas donde el
trabaja, ruega a quien lo escuche que es porque no hay que hacer llamadas hoy y
asi tiene una genuina excusa para no salir hoy a ninguna parte. Contesta la
llamada y le sale de la cara un gruñido nasal que simula un saludo. “¿Alo, Ian?
¿Estas vivo loco?” – le habla con familiaridad el cano ya llegando al local en
Santurce empezando labores con otros oficinistas.
“Eh si
despertando ahora. ¿Cómo te ayudo?”
“¿Mira no te avisaron el viernes, verdad? ¿Tu crees que nos puedes dar una
ayudita aquí con una data que nos llego rush?”
“¡Este si,
si!...” – se le levanta el animo a Clinton al escuchar ese favor, la entrada de
datos es un salario fijo y no una apuesta como las encuestas por teléfono que
solo pagan por cabeza. Moviliza su cuerpo desbaratado con las piernas como
palillo de diente temblando evacuando el antro de ruina para comenzar una
semana. “Dame unos…dame unos minutitos en lo que estoy ahí…”
“Nah hey yo
se que contigo se puede contar. ¿Pero Michelle en serio no te dijo nada? Porque
ya eso es lo que me jode, esta gente que no anda con el mismo compromiso como
se supone…” – el comentario ofende a otra secretaria en el piso exprimiendo en
sus labios el disgusto meneando la cabeza en negación.
“No si yo
te digo, estos maricones se guillan…” – ella susurra y uno allegado del cano la
escucha pero le es poca cosa.
“Okay pues
nos vemos ya mismo.” – el cano engancha, y ya Clinton sabe lo que tiene que
hacer. Mas familiarizado con la oscuridad de su cuarto apaga el aire y va
buscando una toalla, prende las luces al tenerla perdida y el punzante hangover
le azota bien duro el cráneo con un dolor que lo deja chillando de pie evitando
la repentina luz en los ojos. Se empeora esta situación cuando alguien empieza
a darle a su puerta de entrada.
“¡Ian!
¡¿Ian estas despierto!?” – el reconoce quien lo llama y en el acto decide
disgustado no contestar, regresa a la tarea de agarrar una toalla y darse un
duchazo.
“¿¡Buenos
dias, ey, buenos dias!? ¡Mira yo te escucho desde aquí asi que no me ignores!”
– tan pronto se escucha ese otro individuo mas arduo comienza una discusión que
basta para que Clinton al fin reaccione cojeando, temblando y tosiendo
atravesando por la unica cocina y sala del espacio que tiene alquilado pero
abre la puerta confiado. El sabe que se trata de un imbecil que se graduo con
el unos diez años y su grupito de amigos religiosos y la misión que la familia
le obliga.
“¡Loco es
Ian Clinton!” – ellos se preparan para enfrentarlo discutiendo mientras el va
quitando los seguros y llave en la puerta. “¡Tienes que controlar a Pedrito
porque tu sabes que este tipo casi te rompe el cuello de por vida!”
“¡Eso esta
en el pasado, yo a ese cabron ahora no le tengo miedo! ¡Y no me vuelvas a
hablar asi pendejito porque te voy a meter esa clase puño cuando lleguemos a
casa!...” – es Christopher con el hermano mayor suyo Jesús, este se echa para
atrás al Clinton abrir la puerta de metal lentamente y al fin presentarse a la
semana. Esta flaco, pero definitivamente no por desnutrido, su figura atlética
de voleibol universitario lo dejo mas alto de lo que Jesús se recuerda en la
escuela superior. Christopher se sorprende tambien, el tatuaje del presidente
Bill Clinton en el pecho ya lo ha visto antes, pero es la primera vez que lo ve
calvo con ese look de monje que adopto con el rabito corto oscuro.
“Oh my goodness
I don’t believe this…” – vuelve a quejarse la Haitiana, tiene a casi todos los
Testigos de Jehová en el piso suyo disgustados, los recibe sin camisa y a
simple vista ven una tanga diminuta acentuando el testimonio de su pene por
tener el trapo de mahones bien a la deriva.
“¡Loco,
Clinton, necesitamos tu ayuda!” – Christopher trata de instarle la atención de
manera urgente. “¿Si me dices por favor quien es el vecino tuyo? ¿Cuál es el
numero suyo?”
“¿Qué
paso?” – Clinton pregunta manteniendo una mirada depredadora a la cabeza de
Jesús, y Christopher lo nota. Se le hunde el estomago y tragan fuerte los
hermanos nerviosos esperando una otra patada voladora en cualquier momento. Asi
de la nada todos regresaron a la escuela superior cuando Jesús fue senior y se
supone que iniciara a Clinton prepa. Pero aparentemente, además de voleibol
Clinton tuvo un gusto para artes marciales, y Jesús descubrió ese detalle entre
otras cosas como a cuantas personas lo odiaban en ese edificio cuando le cayo
del cielo una fuerte patada en la cabeza. Fue un fenómeno atmosférico bizarro
para el que lo presencio en al entrada, el recuerdo mas claro que tuvieron fue
Clinton esperando en una esquina y la polo blanca del uniforme simplemente
tomar vuelo. Se escucho el impacto, unos vieron la cabeza de Jesús doblarse,
otros vieron ese tenis desbaratarlo como martillo, los y las demas vieron la
cara de Clinton perdida en su violencia. Christopher lo llego a ver todo, y
ahora su padre y su prometida y todo el grupo misionero están ahí reunidos en
ese apartamento.
“¡Clinton!...”
– Jesús trata de enfocar sus nervios para solo lidiar con un problema. “¡Tu
tienes una madre, tu tienes una abuela! ¡Ese enano, la acaba de faltar el
respeto a la madre de mi futuro hijo, recibiéndola desnudo en su casa!”
“Esta bien,
pues llama la policía y métele una querella.”
“¡No no,
este…no podemos hacer eso!” – Christopher trata de explicar. “¿Clinton, tu no
has estado pendiente a las noticias? ¡Si llamamos demasiado la atención después
todo el trabajo que costo entrar a las calles, de verdad nos vamos a chavar!”
“Okay…wow…”
– Clinton reacciona tranquilo y le entra una tos que lo neutraliza por unos
segundos.
“¡Asi que
mira en serio Ian, si nos das el numero para hablar con el vecino y ver si
podemos resolver esto sin que nadie se entere, de verdad no sabes como te los
vamos agradecer!”
“Okay,
este…déjame buscar mi celular…” – y se prepara para entrar otra vez.
“¡Gracias,
gracias en serio!”
“Tengo el
numero pero no me lo se de memoria. Déjame buscar el celular…” – cierra la
puerta con llave, se va desnudando de camino al baño, y entra a darse el
duchazo. Sale justo a tiempo para ver Jesús discutiendo con su padre para ya
llamar la policía mientras se largan.
(continuara) -AA
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