sábado, 25 de enero de 2014

Empezamos entonces:

(completamente novato a esto de Blogger, solo busco un sitio para depositar lo que de vez en cuando escribo)



Una Mañana Comun y Corriente en el Apocalipsis

Las mañanas vienen y van para Kuka y Agapito ahí metidos en la quebrada de Las Lomas. Ambos se sienten pésimos subiendo el fango para tocar en concreto saliendo por detrás de una iglesia protestante y un negocio para alquiler de camiones de construcción. Llegando a la intersección por la salida del Ultimo Chance, lo que mas fastidia a Agapito es el hecho de que ya la nota se le desapareció en el amanecer, ahora queda la cruda fría realidad que lo deja con hambre y no tiene ni un peso encima. Eso se debe resolver con los tapones de la mañana, ellos son los adictos de la comunidad, ahora ponchan para pedir en la luz y ganarse sus contribuciones al narcotráfico, y si es posible tambien comprar algo de comer. El toma la luz frente a la iglesia y ella frente al Chance, el malestar de Kuka es que a pesar de hacer buena ganancia a estas horas temprano tambien tiene que enfrentar las peores miradas y rechazos del dia por parte de todos los Guaynabitos y locos que tengan la inconveniencia de encontrarse con ella en el camino. Las mujeres son las peores, aunque una buena mitad que contribuye son otras feminas que le cogen pena como se supone, la otra mas de la mitad le sacan el dedo malo sino van actuar como si ella no existiera. Luego están los geriátricos, Kuka tiene exclusivamente reservada todos los fuertes gritos de “¡Que no, coño! ¡Yo trabajo!” – porque ninguno tiene las agallas de salirle asi a Agapito. El peor de sus casos es que el no existe, se da hasta el lujo de echar una bendita porcion de chavitos sueltos que un idealista le proveyó justo en su cara porque no lo escucho que la cantidad que aceptaba eran cinco dólares. El escándalo de bocinas luego de ese intervalo lo dejan malhumorado, justo a tiempo para no existir en la próxima luz roja delante de un Guaynabito cano bien joven, en su propio mundo con el aire acondicionado prendido en el Acura escuchando Dead of Night por Depeche Mode a todo volumen pelando una china y saboreándola frente al tecato con una sonrisa burlona. Sale la luz verde y ese mundo de Montehiedra hacia Santurce se le escapa bien rápido a Agapito esperando la próxima roja, pero tan pronto diviso esa van blanca bajando se le termina el turno mañanero. Desde la iglesia el se queda pendiente al vehiculo bajar por la carretera a una demente velocidad que el nunca pensó posible ver en esa via, dobla de manera salvaje por la intersección al Chance causando un par de accidentes tomando los otros conductores cruzando desprevenidos, y finalmente aplastando tambien a Kuka en el camino. Viendo el cuerpo de ella bien frágil rebotar y reventarse como dos veces contra la brea por el arraso de ese maquinon blanco es algo que lo deja estupido de por vida gritando. Se da la carrera volando hacia ella mientras otros samaritanos intentan asesorar los accidentes del cruce y unos que lo siguen tratando de conseguir emergencia en sus celulares, los primeros en la escena donde termino Kuka ni aguantan, vomitan el desayuno y desvían su vista aunque queden determinados para ayudar. La van al parecer impacto una defensa de metal y estaba detenida por el momento. El motor sonaba y las gomas chillaban para el conductor poder zafarse, Agapito siguió con su prisa para detenerlo llorando en rabieta. Todo este tiempo que ellos se pasaron refugiados en esa quebrada y a Kuka le pasa este arrebato impensable para los adictos del pueblo.
“¿¡Tu no tienes madre!? ¿¡Tu no tienes madre canto de cabron!?” – es lo que a el se le ocurre decir aunque le sale incoherente con el frenillo y tampoco se percata de figuras saliendo por las compuertas traseras de carga del vehiculo corriendo hacia el. Le cortan el paso agarrándolo en un forcejeo escandaloso y los samaritanos en la escena observan algo fuera de lo normal por como lo callan a brutales mordidas. Se quedan bien pendientes de como por todos los propósitos devoran a Agapito, entre toda la sangre les brilla una piel verde como gallina de palo. Entre ellos un joven gordo con aspecto y tatuajes de delincuente urbano, de camino a San Patricio Plaza, mas curioso que samaritano lo comienza a grabar todo en su smartphone. Enfoca a la van luego que al fin se zafo de la defensa con el conductor mas tranquilo sacando solo el brazo para despedirse con gracia y seguir su trayectoria. Se suelta otra figura verde que le cuesta trabajo levantarse con prisa solo para caerle encima al curioso que tuvo mas cerca mientras un par los que devoraron a Agapito se levantan en un acecho. El gordo y otros cuantos no quieren brincar a conclusiones pero entienden que lo mejor que hacen es regresar a sus vehículos y salir de esa intersección lo mas rápido posible. Logra escapar con el dubstep que se quedo puesto en sus ultra heavy bocinas del carro con leve pánico y maravillado molestando a los conductores por otras carreteras desapercibidos por lo que acaba de suceder.
“¡Maldita sean esas bocinas! ¿¡Esos cafre pueden hasta entender lo que están escuchando con esa mierda a todo volumen?!” – se queja un camionero uniformado de camino a Bayamón en una flatbed de la Ferretería Figueroa cargando unas losetas.
“Por lo menos no es esa jodia bachata Dominicana…” – comenta su pasajero terminando su cafecito, preparado para el conteo de inventario de este verano.

Mientras tanto en la calle Bilbao aun en Guaynabo City los Testigos De Jehová comienzan sus labores misioneras luego de unas arduas sesiones en la corte para derrocar la prohibición de su entrada en comunidades de acceso controlado. Un residente consternado del segundo redondel en esta calle, el dueño enano de la casa de dos pisos donde Clinton le paga el alquiler, se dio la tarea de abrirle la puerta a aquella misionera jovencita Haitiana desnudo. El grito de esa señora fue lo que despertó a Clinton de manera fatal por la borrachera que lo destrozo la noche anterior. Su propia baba en el mattres desecho casi lo ahoga al haber dormido en su barriga con una botella de Samuel Smith en buen agarre colgando en el brazo izquierdo por razones insólitas. Se recompone sentado a oscuras con un dolor de cabeza bien fuerte sintiendo tambien calor y con unos zapatos que no son suyos puestos. El puede escuchar a Daniel, el dueño de la propiedad, riéndose en el piso de abajo y gritando algo cerrando la puerta bien duro mientras se va desarrollando otro escándalo, pero hace todo lo posible por ignorarlo encendiendo su aire acondicionado y buscando cuanta colcha pueda para taparse y seguir durmiendo. Tan pronto se acuerda que esos zapatos no son suyos al quitárselos y se libra del agarre de la botella, el celular suyo pega a sonar bien fuerte. El no quiere contestar, seriamente considera jamás  contestar en esta mañana, pero logra alcanzarlo con sus piernas ahora relinchando un dolor en el talón derecho. Se sorprende al ver que lo están llamando de la oficina de encuestas donde el trabaja, ruega a quien lo escuche que es porque no hay que hacer llamadas hoy y asi tiene una genuina excusa para no salir hoy a ninguna parte. Contesta la llamada y le sale de la cara un gruñido nasal que simula un saludo. “¿Alo, Ian? ¿Estas vivo loco?” – le habla con familiaridad el cano ya llegando al local en Santurce empezando labores con otros oficinistas.
“Eh si despertando ahora. ¿Cómo te ayudo?”
“¿Mira no te avisaron el viernes, verdad? ¿Tu crees que nos puedes dar una ayudita aquí con una data que nos llego rush?”
“¡Este si, si!...” – se le levanta el animo a Clinton al escuchar ese favor, la entrada de datos es un salario fijo y no una apuesta como las encuestas por teléfono que solo pagan por cabeza. Moviliza su cuerpo desbaratado con las piernas como palillo de diente temblando evacuando el antro de ruina para comenzar una semana. “Dame unos…dame unos minutitos en lo que estoy ahí…”
“Nah hey yo se que contigo se puede contar. ¿Pero Michelle en serio no te dijo nada? Porque ya eso es lo que me jode, esta gente que no anda con el mismo compromiso como se supone…” – el comentario ofende a otra secretaria en el piso exprimiendo en sus labios el disgusto meneando la cabeza en negación.
“No si yo te digo, estos maricones se guillan…” – ella susurra y uno allegado del cano la escucha pero le es poca cosa.
“Okay pues nos vemos ya mismo.” – el cano engancha, y ya Clinton sabe lo que tiene que hacer. Mas familiarizado con la oscuridad de su cuarto apaga el aire y va buscando una toalla, prende las luces al tenerla perdida y el punzante hangover le azota bien duro el cráneo con un dolor que lo deja chillando de pie evitando la repentina luz en los ojos. Se empeora esta situación cuando alguien empieza a darle a su puerta de entrada.
“¡Ian! ¡¿Ian estas despierto!?” – el reconoce quien lo llama y en el acto decide disgustado no contestar, regresa a la tarea de agarrar una toalla y darse un duchazo.
“¿¡Buenos dias, ey, buenos dias!? ¡Mira yo te escucho desde aquí asi que no me ignores!” – tan pronto se escucha ese otro individuo mas arduo comienza una discusión que basta para que Clinton al fin reaccione cojeando, temblando y tosiendo atravesando por la unica cocina y sala del espacio que tiene alquilado pero abre la puerta confiado. El sabe que se trata de un imbecil que se graduo con el unos diez años y su grupito de amigos religiosos y la misión que la familia le obliga.
“¡Loco es Ian Clinton!” – ellos se preparan para enfrentarlo discutiendo mientras el va quitando los seguros y llave en la puerta. “¡Tienes que controlar a Pedrito porque tu sabes que este tipo casi te rompe el cuello de por vida!”
“¡Eso esta en el pasado, yo a ese cabron ahora no le tengo miedo! ¡Y no me vuelvas a hablar asi pendejito porque te voy a meter esa clase puño cuando lleguemos a casa!...” – es Christopher con el hermano mayor suyo Jesús, este se echa para atrás al Clinton abrir la puerta de metal lentamente y al fin presentarse a la semana. Esta flaco, pero definitivamente no por desnutrido, su figura atlética de voleibol universitario lo dejo mas alto de lo que Jesús se recuerda en la escuela superior. Christopher se sorprende tambien, el tatuaje del presidente Bill Clinton en el pecho ya lo ha visto antes, pero es la primera vez que lo ve calvo con ese look de monje que adopto con el rabito corto oscuro.
“Oh my goodness I don’t believe this…” – vuelve a quejarse la Haitiana, tiene a casi todos los Testigos de Jehová en el piso suyo disgustados, los recibe sin camisa y a simple vista ven una tanga diminuta acentuando el testimonio de su pene por tener el trapo de mahones bien a la deriva.
“¡Loco, Clinton, necesitamos tu ayuda!” – Christopher trata de instarle la atención de manera urgente. “¿Si me dices por favor quien es el vecino tuyo? ¿Cuál es el numero suyo?”
“¿Qué paso?” – Clinton pregunta manteniendo una mirada depredadora a la cabeza de Jesús, y Christopher lo nota. Se le hunde el estomago y tragan fuerte los hermanos nerviosos esperando una otra patada voladora en cualquier momento. Asi de la nada todos regresaron a la escuela superior cuando Jesús fue senior y se supone que iniciara a Clinton prepa. Pero aparentemente, además de voleibol Clinton tuvo un gusto para artes marciales, y Jesús descubrió ese detalle entre otras cosas como a cuantas personas lo odiaban en ese edificio cuando le cayo del cielo una fuerte patada en la cabeza. Fue un fenómeno atmosférico bizarro para el que lo presencio en al entrada, el recuerdo mas claro que tuvieron fue Clinton esperando en una esquina y la polo blanca del uniforme simplemente tomar vuelo. Se escucho el impacto, unos vieron la cabeza de Jesús doblarse, otros vieron ese tenis desbaratarlo como martillo, los y las demas vieron la cara de Clinton perdida en su violencia. Christopher lo llego a ver todo, y ahora su padre y su prometida y todo el grupo misionero están ahí reunidos en ese apartamento.
“¡Clinton!...” – Jesús trata de enfocar sus nervios para solo lidiar con un problema. “¡Tu tienes una madre, tu tienes una abuela! ¡Ese enano, la acaba de faltar el respeto a la madre de mi futuro hijo, recibiéndola desnudo en su casa!”
“Esta bien, pues llama la policía y métele una querella.”
“¡No no, este…no podemos hacer eso!” – Christopher trata de explicar. “¿Clinton, tu no has estado pendiente a las noticias? ¡Si llamamos demasiado la atención después todo el trabajo que costo entrar a las calles, de verdad nos vamos a chavar!”
“Okay…wow…” – Clinton reacciona tranquilo y le entra una tos que lo neutraliza por unos segundos.
“¡Asi que mira en serio Ian, si nos das el numero para hablar con el vecino y ver si podemos resolver esto sin que nadie se entere, de verdad no sabes como te los vamos agradecer!”
“Okay, este…déjame buscar mi celular…” – y se prepara para entrar otra vez.
“¡Gracias, gracias en serio!”
“Tengo el numero pero no me lo se de memoria. Déjame buscar el celular…” – cierra la puerta con llave, se va desnudando de camino al baño, y entra a darse el duchazo. Sale justo a tiempo para ver Jesús discutiendo con su padre para ya llamar la policía mientras se largan.

(continuara) -AA

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